lunes, 21 de diciembre de 2009

La cultura de la ignorancia

Museo de Cine “Ducrós Hicken”
La agitada vida del patrimonio de un museo único
.
Miles de películas, equipos, vestuarios, afiches y cintas únicas en el mundo siguen sin tener un destino cierto
.
Se creó hace casi 40 años, tuvo cinco mudanzas y hoy yace en un galpón casi abandonado. De ahí surgió la copia original de Metrópolis, única en el mundo, redescubierta en 2008. Su futuro sigue siendo una promesa ambigua de Macri.
Por Fernanda Nicolini 20.12.2009 para Critica Digital
.
Durante la pasada Noche de los Museos, a mediados de noviembre, los empleados del Museo de Cine “Ducrós Hicken” repartieron señaladores con la leyenda “Cerrado por demolición, Macri lo hizo”, en reemplazo de la frase original que decía: “Cerrado por remodelaciones”.
.
Unos meses antes, los miembros de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) llegaron a la siguiente conclusión apocalíptica: “En estas condiciones, al material del museo le quedan sólo diez años de vida”. Lo dijeron luego de visitar el lugar en el que se encuentra la colección del Pablo Ducrós Hicken, el único museo de esas características en el país, que cuenta con miles de films, prendas de vestuario, afiches originales, equipos de cine y cintas únicas, como la copia con el metraje completo de Metrópolis encontrada el año pasado y celebrada en todo el mundo como una gema redescubierta.
.
En rigor, la sede actual es un galpón en Barracas ocupado desde 2005, cuando los trabajadores del Ducrós Hicken debieron desalojar el edificio de Defensa 1220 con la promesa de que sería remodelado en el marco de una megaobra que también incluía al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA), ubicado al lado. Desde hace pocos días, ese edificio de Defensa ni siquiera existe: Mauricio Macri lo demolió sin previo aviso y desde la Subsecretaría de Cultura, por ahora, no cuentan con una respuesta cuando se les pregunta dónde se reinstalará el museo.
.
“Hace casi cinco años nos mudaron de un día para otro, diciendo que las máquinas de la empresa Bricon, la misma que hizo el techo del Mariano Acosta que se cayó, tenían que entrar a refaccionar el edificio –cuenta un trabajador del museo a quien llamaremos Marcelo porque pide no dar su nombre real. Las máquinas nunca hicieron nada y nosotros estamos desde entonces en un galpón en el que durante los primeros cuatro años no teníamos gas, aire acondicionado ni calefacción, llovía más adentro que afuera y la única escalera de acceso al segundo piso, donde estábamos depositados, se convertía en una catarata de agua, que llegaba a la precaria instalación eléctrica”.
.
En estas condiciones, y con una resolución de la Defensoría del Pueblo que declaraba al lugar como insalubre, los 45 trabajadores que se ocupan de investigar, preservar, restaurar y exhibir (función que en este momento, por obvias razones, no pueden cumplir) el patrimonio de la historia del cine argentino consiguieron, a través de la intervención del legislador Facundo Di Filippo, una partida para hacer algunas mejoras. “Pero eso no soluciona nada: nosotros seguimos sin un lugar y al Gobierno de la Ciudad ni le interesa: el proyecto ahora sólo contempla la reforma del MAMBA, porque el mercado del arte, obviamente, da mucho más dinero y genera otros intereses económicos”, denuncia Marcelo.
.
En respuesta a la repentina demolición de la antigua sede del Ducrós Hicken, la directora general de Museos, Florencia Braga Menéndez, reconoce que fue en función, precisamente, del Museo de Arte Moderno: “Es una tendencia en diseño de museos en el mundo no plantar un museo de exhibiciones sin analizar sus posibilidades de expansión, y el MAMBA no puede tener tan poca posibilidad expansiva de sus áreas de exhibición. Por otra parte, descentralizar, repartir y diseñar es eje en nuestra política cultural: queremos que el Museo del Cine irradie su actividad en un área específica de la ciudad para que pueda a su vez ayudar a generar atractivo en industrias culturales que le son afines y alimentarse de esa ebullición y comunicación.
.
–Mientras tanto, ¿el archivo corre peligro?
–Sabemos que la sede provisoria resulta inadecuada para el funcionamiento del Museo y sólo cumple mínimamente la función de depósito de las colecciones. Pero otra mudanza provisoria sería fatal para el patrimonio, y es preferible apuntar a la solución definitiva que volver a intentar una solución parcial. Se han realizado algunas acciones tendientes a mejorar las condiciones. Sabemos que esto está muy lejos del ideal pero por lo menos nos aseguramos de extender la vida útil del patrimonio mientras se concretan los proyectos respecto a la sede definitiva.
.
MUSEO RODANTE. La falta de una sede adecuada está en la génesis de este museo nacido a principios de los años setenta y que, en su corta historia, ya cuenta con un total de cinco mudanzas, algo que para los expertos equivale a un desastre comparable a un incendio.
.
En 1969, la viuda de Pablo Cristian Ducrós Hicken –un famoso ensayista, investigador e historiador argentino especializado en cine– ofreció la colección de su marido a la municipalidad porteña: “Para que sea la base de un museo que preserve los orígenes del cine en la Argentina”. La colección ofrecida estaba integrada por cámaras y fotografías, entre las que se encontraban algunas autografiadas por August Lumière, Louis Lumière, León Gaumont, Cecil B. De Mille, Mario Gallo y Charles Pathé.
.
En 1971 se crea el Museo Municipal del Cine y así empieza la odisea en busca de un lugar: primero lo instalan en el cuarto piso del Centro Cultural General San Martín. Pero en 1978, con el fervor del Mundial, ya no había espacio para el cine ahí y el material terminó en la cavernosa trastienda del ex Instituto Di Tella, un lugar considerado insalubre.
.
En 1979 pasó a la Recoleta, al ex Asilo Viamonte, tan tenebroso como el sitio anterior. Mientras la actividad y la adquisición de material continuaba y el archivo seguía aumentando, la maldición de la mudanza también: en 1983, un derrumbe obligó a cambiar Recoleta por Once, y el destino fue la que alguna vez había sido la Escuela Carlos Tejedor, que encerraba un dato auspicioso: había sido construida en 1895, año del nacimiento del cine.
.
Pero el periplo no terminó ahí, porque en 1997 el Museo finalmente se mudó a Defensa 1220, edificio que había sido la empresa de revestimientos IGGAM y que ya no existe.
.
Al momento de la entrevista, una semana atrás, Braga Menéndez aún no tenía precisiones acerca del destino del archivo y de su gente. “Se está trabajando intensamente en el proyecto para una sede definitiva y se planea estar en condiciones de iniciarse durante este año”, es todo lo que pudo decir. El jueves pasado, sin embargo, en la presentación del Calendario, anunció: “Estamos con novedades próximas y ya estamos cerca de darle el lugar que necesita. Una mudanza de patrimonio fílmico, si no es definitiva, representa mucho deterioro. La sede tiene que ser definitiva. Queremos darle la casa, es complicado porque es caro, porque lleva tiempo, porque hay que construirla bien, pero creemos que estamos sobre la base de un proyecto real”. No es fácil, pero, si todo sale como creemos, la idea está en relación con el polo audiovisual”. Se refiere al proyecto del Gobierno de la Ciudad de crear un gran distrito audiovisual, a construirse en el Espacio Dorrego, ubicado en el barrio de Colegiales. Ojalá esta vez se cumpla.
.
Se mantiene la costumbre de hacer un almanaque por año
.
El jueves pasado se presentó el Almanaque 2010 del Museo del Cine, que no dejó de hacerse desde 1998 y que para el año que viene tiene en la primera imagen, la de tapa, una foto de la película El secreto de sus ojos, y cuya idea rectora es “un recorrido por varias imágenes desde las cuales nuestro cine reflejó costumbres tan argentinas, propias y únicas de ‘aquello que amamos’”.
.
En una cálida presentación, la directora Paula Félix-Didier dijo: “Una buena parte de la historia del cine argentino se escribe desde el Museo, que en parte provee material a las películas que se hacen y que después nosotros guardamos”. Se refirió también al hecho de que aún “no tiene casa”, y agregó optimista: “Tal vez próximamente podamos estar haciendo esto en la casa del museo; estar brindando todos juntos en una nueva sede”.
,
Los dos protagonistas de la película que ilustra la tapa del almanaque, Ricardo Darín y Guillermo Francella, tomaron el micrófono. “Quiero felicitar a todos los que hacen posible que el museo esté de pie, que esté peleando por su casa propia, sin duda es algo muy importante –dijo el primero, y agregó–: Si todos nosotros tomáramos conciencia de que hay tanta gente interesada, con amor, amablemente, en preservar lo que forma parte de nuestro patrimonio cultural, creo que todavía le pondríamos más ganas que las que le ponemos. Me comprometo a poner algunas cosas que pueden ser interesantes para el museo, les agradezco todo lo que hacen, me emociona que le pongan tanto ahínco y tanto fervor aun no teniendo todos los elementos necesarios”. Por su parte, Francella dijo: “No puedo agregar mucho más a lo que dijo Ricardo. Deseo de todo corazón que puedan lograr el anhelo de la casa propia. Creo que también tengo cosas para proveer al museo”.
.
Las cosas que podrían perderse
.
Entre las joyitas que se encuentran en el archivo del Museo del Cine –que recordemos que por el momento no tiene una sede adecuada para conservar su patrimonio–, Paula Félix-Didier, directora de la entidad, señala: “En la misma colección en que apareció Metrópolis, perteneciente al crítico y productor Manuel Peña Rodríguez, se identificaron cuatro títulos de filmes argentinos mudos considerados perdidos (entre ellos La quena de la muerte y Bajo la mirada de Dios), y algunos films extranjeros también perdidos hasta la fecha como The Aryan, de William S. Hart. En este momento estamos trabajando con un documental maravilloso filmado en 1924, aproximadamente, denominado En las nuevas tierras donde el oro abunda, realizado por un inmigrante belga, François Verstatraeten, que describe en casi dos horas la vida en una estancia de la zona de Azul”.
.